La industria conoce lo importante que es estar donde está el niño y los esfuerzos son cada vez más amplios. Como ejemplo de ello se conoce el caso de Pokemon, el cual empleó la publicidad a modo de respuesta directa, para ello envío cintas de vídeo a diversos propietarios de Gameboy, una serie en televisión, tebeos, libros con las reglas del juego y así hasta una docena de elementos. Al lanzar el quinto juego de Pokemon, contaban ya con 1.500 licenciatarios y por encima de los 5.000 productos distintos, dispays activos de dicha marca. Se trata de seres imaginarios de nombres sonoros que han conseguido que los niños los coleccionen y jueguen a enfrentarlos unos con otros. El mundo Pokémon logró atrapar desde el principio a la infancia española teniendo, además, la ventaja de ser fácilmente renovable ya que únicamente habrá que idear una nueva criatura. Los creadores de estos dibujos han logrado hacer realidad el sueño de muchas marcas, aunque conseguirlo no es sencillo. Matutano, BurguerKing, Gam Boy, Petit Suisse, son algunas de las marcas que promocionaron sus productos mediante la imagen de diversos personajes de esta serie de dibujos animados.
Las empresas que fabrican productos infantiles conocen la importancia de la opinión del niño sobre el producto, es por ello que no solo se debe trabajar el producto en sí o la publicidad que se realiza sobre éste, sino que también cobrará una grandísima importancia la forma de la caja, el colorido, el logotipo, el nombre de la marca, etc. Según explica Jordi Morillas, director de estrategia de Morillas Brand Design “La estrategia para captar a los niños es distinta. Son un público complicado que exige rapidez de recompensa, beneficio inmediato”. Además de esto, Morillas explica la importancia de la campaña publicitaria, cómo el argumento de ventas está por encima del propio producto: “la publicidad infantil también requiere un mensaje muy básico y prima la promoción respecto al producto”. Al afirmar esto pone como ejemplo el Kinder Sorpresa ya que se trata de un alimento que cuando se compra el niño piensa más en el juguete que éste contendrá que en el propio chocolate.
Muchas de las empresas de juguetería y productos infantiles contratan psicólogos y realizan estudios para conocer qué quiere el niño, no únicamente qué es más educativo sino que sea un producto deseado. En la página web "bebesymas" se explica esto mediante el ejemplo de los vídeos de Pocoyo y Baby Einstein, se tratan de series infantiles vendidas con el argumento de su alto carácter educativo aunque realmente se ha conocido que éste no fue creado para desarrollar ésta función sino para poder desarrollar la gran cantidad de merchandising que iba detrás de estos personajes. Al diseñarlos no se pensó en el aprendizaje sino en los productos que se podrían diseñar gracias a éste.
Cuando se entra en el sector de la preadolescencia se pasa a capturar parcelas de decisión cada vez mayores y más decisivas. Los medios masivos seguirán teniendo gran importancia, aunque la influencia de la familia se ve sustituida por la presión del grupo. Por este motivo los medios deberán adaptarse a este giro, cosa que se hace cada vez más auqnue no todo lo bien que se debería. En la actualidad deberían conocer que están cambiando los hábitos dentro de este sector ya que, aunque continúan viendo mucho la televisión no es ya su medio de información referencial.
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